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Recorrido por el Jardín Botánico

  • Por: Cristian Andrés Paternina
  • 9 nov 2017
  • 5 Min. de lectura

Foto tomada por : Cristian Paternina

Era lunes a la 1:00 p.m el sol de la tarde en las calles de Medellín provocaba un fuerte bochorno, en ese momento solo buscaba la sombra de un árbol para aplacar el calor. Llegué al Jardín Botánico Joaquín Antonio Uribe. ¿Joaquín Antonio Uribe? ¿Por qué este nombre?

En 1972, el Jardín Botánico de Medellín fue dedicado a la memoria de uno de los naturalistas antioqueños más recordados, Joaquín Antonio Uribe, quien hizo parte de la corriente conocida entre los expertos como La escuela de Sonsón, municipio situado al oriente del departamento de Antioquia, a unos 113 kilómetros de Medellín.

Joaquín Antonio Uribe Villegas pasó los primeros años de su vida en el campo, formulándose preguntas acerca de las plantas, los animales y todo aquello que llamara su atención. Su trabajo lo hizo merecedor de varios reconocimientos y uno de ellos es el nombre del Jardín botánico de Medellín. En el preámbulo de su libro Flora sonsonesa, publicado en 1928 esta la siguiente oración:

“ Pudieran compararse estos estudios a un ramillete, que formamos a medida que recorremos un jardín”.

A medida que recorremos un jardín… es realmente lo que buscaba, recorrer el Jardín Botánico y refugiarme del intenso sol buscando la frescura de la sombra de los árboles.

Inicié mi recorrido por la entrada principal, de forma circular. A mi derecha están los viveros donde se desarrollan proyectos de investigación encaminados a generar información y material vegetal. Un mundo de vida lleno de contrastes verdes amarillentos iluminados por el sol y verdes oscuros que se concentran en la sombra de aquellos aboles que tanto anhelaba. Al lado de las Peperomias están los Anturios que a su vez están al lado de las Fitonias pequeñas, cerca de ellas se encuentran las Anglaonemas, plantas son procedentes de todo el país. Ingreso a la tienda de los viveros inquieto por los cuidados que deben dársele a las “maticas”. Le pregunto a una de las encargadas si para cada una tienen cuidados específicos. Doris Benítez una de las encargadas de la tienda del vivario dice que todas tienen el mismo cuidado y añade que:

—Las plantas tienen mucha vida. Son seres vivos y hay que cuidarlos como tal.

Un hombre con camisa blanca se me acerca y me pregunta cuál de los cactus que vendían era mejor para un regalo para una amiga, le señalo un cactus con flor y le recomiendo una de las macetas, el hombre me agradece. Le pregunto si le gustan las platas y me responde:

— Yo adoro las plantas me dan tranquilidad y me gusta verlas crecer.

Saliendo del vivero varias señoras recorren el lugar y observan con detenimiento el jardín de suculentas. Yo prefiero seguir mi recorrido por el trayecto de la derecha y me encuentro con una exposición fotográfica de mariposas. La primera vívida imagen en esta exposición es la Mariposa tronadora, café con varios círculos negros y amarillos muy pegados que se asemejan a un caleidoscopio. La siguiente imagen es de una mariposa con alas transparentosas con una fina línea naranjada en sus extremos y un par de círculos negros y anaranjados. Al lado, con alas similares a un vitral [AVL1] está otra con unas alas delicadas de color blanco y unos delicados tintes fucsias, le sigue una mariposa con alas naranjas y rayas de tigre que contrasta el aspecto delicado de la otra con un aspecto más fuerte., Hay otras tres mariposas captadas por la lente, La mariposa Mofo azul americano, la mariposa de armenia y por último, una mariposa negra de alas largas, rayas blancas y unas cuantas manchas rojizas. Esta exposición consume mi atención, los increíbles invertebrados que exhiben una exuberante belleza hacen querer ver a mis ojos tal expresión de arte en su medio natural, obligándome ir directo al mariposuario.

En el mariposario un trabajador me dice que este lleva siete años, y que debido a la gran cantidad de especies que hay allí, posiblemente lo trasladen a otra zona del Jardín botánico. Dentro de este lugar se puede sentir la vida a cántaros, las mariposas pasan por todas partes mientras uno camina por el lugar. En medio de flores y algunos árboles, hay un pequeño lugar donde se exhiben frascos llenos de orugas y plantas, es el laboratorio. Allí Mateo Duque me explica el ciclo de la vida de estos interesantes invertebrados.

—Cuando eclosionan en orugas las alimentamos con plantas determinadas para cada especie, después las orugas se encierran en crisálidas y empieza su proceso de metamorfosis que culmina en el nacimiento de una mariposa, las cuales se quedan estáticas mientras secan sus alas y después de eso empiezan a revolotear_— dice, y se le iluminan los ojos mientras sostiene una mariposa recién eclosionada de la crisálida y la coloca en una hoja en la intercepción del laboratorio y el mariposario, la mariposa extiende sus alas que antes no había movido y empieza a revolotear.

—Desde que vuele hay vida—se emociona al decirlo.

Luego con la voz más fina y una sonrisa en el rostro dice:

—Se siente uno tan feliz cuando las ve crecer. La naturaleza es hermosa.

Al ver los rayos del sol que posan sobre las flores en las que posan las mariposas, recuerdo el verdadero motivo que buscaba en el Jardín Botánico: refugiarme de los rayos del sol, me olvide del clima y del tiempo en aquel inolvidable sitio.

Me despido de Mateo, ya son las 2:30 p.m realmente perdí al noción del tiempo al concentrarme en tan maravillosas formas de vida.

Me dirijo, a otra parte fundamental en el Jardín Botánico, el lago, el cual está cubierto por una gran cantidad de árboles que me resguardan de los temibles rayos del sol. Cuando uno camina a los alrededores de este lugar puede ver una variedad de fauna dentro del lago. Una tortuga asoma su cabeza cerca de un grupo de patos que nadan lentamente; Las iguanas son abundantes en esta zona, son animales incluso carismáticos que posan ante las cámaras de los visitantes. Mientras camino por los alrededores me encuentro una señora y un joven que están registrando los árboles cercanos al lago.

Le pregunto a la señora que hace el registro por las especies en el lago:

—El lago está lleno de vida hay peces tortugas, iguanas, patos, explica.

La interrumpo y le pregunto si no han tenido especies exóticas

— Si babillas, que son especies invasoras.

Le pido disculpas por mi ignorancia y le pregunto qué son las babillas, Ella me dice que son como caimanes.

—Si acá ha habido babillas, pero en este momento ya no hay, se queja por su desaparición.

Cuando la señora termina la frase en joven dice en voz alta.

— ¡Este cocodrilo está muy grande!

Cuando escucho la palabra cocodrilo me estremezco y realmente me sorprendo debido a que estábamos hablando de babillas. Me alcanzó a imaginar un dinosaurio verde con fauces llenas de dientes y me empiezo a preocupar.

Al pensar que posiblemente se refería a una babilla voltee rápidamente la cabeza y cuando observo es una gigantesca iguana. Suspiro de alivio y observó a tan majestuoso animal.

La mujer le pide al muchacho que le de las medidas.

—1 metro con 52 de largo, ¡es mero dinosaurio!

Los dos trabajadores se quedan embelesados por el animal y yo termino un poco impresionado por el suceso, cuando veo el cielo observo como nubes tormentosas han cubierto el sol, todo pronostica un aguacero, tengo la impresión que esta vez los arboles me pueden resguardar esta vez de la lluvia, pero el temor a mojarme hace que decida terminar mi recorrido y a refugiarme en una estructura de sementó que realmente hace contraste con los maravillosos arboles cercanos, Mientras llueve observo detenidamente el paisaje, realmente el lugar es lo más cercano para mí al edén , con razón a finales del siglo XIX lo llamaban La casa de baños El Edén.

 
 
 

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